La Confederación General del Trabajo (CGT) transita una etapa de definiciones clave, en medio de rumores sobre un posible adelantamiento de la renovación de autoridades, prevista oficialmente para noviembre. Aunque las conversaciones existen, en la central sindical reina la cautela: "No hay apuro en estos momentos", aseguraron fuentes cercanas a la conducción.

El contexto político juega un papel central. En especial, las elecciones legislativas bonaerenses del próximo 7 de septiembre, donde el gobernador Axel Kicillof —respaldo explícito de la CGT— pondrá a prueba su decisión de desdoblar los comicios. El resultado podría marcar el rumbo del peronismo de cara a las elecciones nacionales de octubre y, por efecto dominó, reconfigurar el escenario sindical.

La posibilidad de anticipar el Congreso previsto para renovar el triunvirato —conducido actualmente por Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano— resuena dentro de la "mesa chica". Algunos sectores internos la consideran una forma de canalizar el malestar y el desgaste acumulado durante la actual gestión. Sin embargo, no hay un consenso suficiente aún para avanzar con ese cambio.

El pasado encuentro entre la conducción cegetista y Kicillof fue una muestra del alineamiento político: allí se confirmó el respaldo a la lista de Fuerza Patria, que lleva entre sus filas al dirigente Cristian Vander, exconcejal platense del Sindicato de Telecomunicaciones Soeesit, con vínculos activos con la CGT regional y el ministro bonaerense Walter Correa.

Desde adentro reconocen que la idea de formar una lista de unidad sigue en pie, aunque no se descarta continuar con el actual esquema de triunvirato. “Es difícil sintetizar a toda la central en un solo dirigente”, admiten quienes conocen de cerca las tensiones entre los distintos espacios que componen la organización.

La definición de listas, el reparto de lugares y los resultados electorales de septiembre y octubre serán determinantes. La CGT atraviesa una etapa de transición en la que se juega tanto el futuro de su conducción como el rol político que buscará ocupar en el próximo ciclo.

Por lo pronto, ya se planifica la movilización del 7 de agosto, articulada con movimientos sociales y otras centrales sindicales, que promete ser una antesala del nuevo capítulo gremial que se avecina. Todo indica que las urnas también decidirán el rumbo del sindicalismo argentino.