
Crisis textil en Argentina: cierres, despidos y la amenaza del fast fashion bajo el modelo Milei
Política gremial Lunes 11 de Agosto de 2025
La industria textil argentina atraviesa uno de sus peores momentos. Con una recesión profunda, caída del consumo interno y un esquema de apertura de importaciones impulsado por el gobierno de Javier Milei, las empresas del sector se enfrentan a una tormenta perfecta: ventas desplomadas, maquinaria paralizada y miles de trabajadores despedidos.
La situación se agrava por el avance del modelo de "fast fashion" o moda rápida, que impone una lógica de consumo masivo, bajos precios y renovación constante de productos. Este fenómeno global, que ya puso en jaque a marcas tradicionales en Europa, está teniendo un impacto devastador en la industria nacional.
Incluso gigantes como Benetton no escapan a la crisis. La emblemática firma italiana anunció el cierre de 419 locales en todo el mundo, incluidos varios en América Latina y Europa. Solo en España, 169 empleados perderán sus puestos. En la Argentina, la combinación de la liberalización comercial y la retracción del mercado interno empujó a Benetton a replantear su estrategia comercial.
Según datos de la Fundación Pro Tejer, más del 90% de las empresas textiles reportan caídas en sus ventas, y 6 de cada 10 máquinas están inactivas. Es un retroceso grave tras tres años de inversiones acumuladas que superaron los 1.400 millones de dólares.
Entre las víctimas del nuevo contexto económico figura Tramando, la marca de diseño de autor de Mariano Churba, que se vio obligada a cerrar. También se retiró del mercado Barpla, con base en Río Grande, y Fabrisur dejó de operar en Tierra del Fuego, luego de enfrentar restricciones para exportar materia prima. La empresa ofreció a sus empleados la opción de mudarse al continente o aceptar una indemnización, con la pérdida de al menos 94 puestos de trabajo directos.
A su vez, Australtex atraviesa una situación crítica, con suspensiones de personal por falta de insumos. Textilcom y AlpaCladd, proveedoras de marcas como Cheeky, Mimo, Yagmour y Penguin, despidieron recientemente a 300 trabajadores en Catamarca y La Rioja.
En paralelo, las marcas Vitamina y UMA, pertenecientes al Grupo Navilli, se encuentran en la cuerda floja: si no logran vender la compañía en los próximos meses, deberán cerrar sus locales.
Desde el sindicato SETIA, que agrupa a empleados del rubro, advierten que lo peor aún no ha llegado: “Esta situación es solo el comienzo. Si no se toman medidas urgentes, la ola de cierres será mucho mayor”.
La caída de Benetton, con pérdidas acumuladas por más de 1.600 millones de euros, ilustra también el deterioro de las marcas tradicionales a nivel global. En Argentina, el grupo italiano es además el mayor terrateniente extranjero, con 900 mil hectáreas en la Patagonia a través de la Compañía de Tierras Sud Argentino. Posee unas 260.000 ovejas, cuya lana es exportada a Europa.
Ni ese imperio fue suficiente para evitar la crisis. En 2024, Luciano Benetton denunció públicamente un desfalco de 100 millones de euros dentro de la empresa y acusó a la alta dirección de “traición”, en el que fue uno de los escándalos corporativos del año.
Así, la apertura indiscriminada de importaciones y la falta de políticas de protección al sector industrial están cobrando factura. El entramado productivo textil, históricamente generador de empleo en el país, se encuentra al borde del colapso.
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