En menos de un año, un grupo de militantes ultraliberales logró algo que parecía impensado: transformar a ex banqueros y economistas moderados en fervientes cruzados de la “batalla cultural”. La clave de esta mutación política se llama Fundación Faro, el laboratorio de ideas que conduce Agustín Laje en la Argentina y que tiene como socio principal al abogado chileno-alemán Axel Kaiser, figura central de la derecha trasandina.

La estrategia comenzó con reuniones privadas y terminó con almuerzos en pleno Palacio de Hacienda, donde Kaiser expone las tesis de su libro Parásitos Mentales —acusado de plagio por el autor libanés Gad Saad—, en el que describe las ideas progresistas como un “virus” a erradicar. Su objetivo: dotar al ministro Luis Caputo y a su equipo de un manual discursivo para sostener el ajuste económico bajo un relato libertario claro, agresivo y, sobre todo, digerible para la opinión pública.

El desembarco en Hacienda

En un encuentro reciente en Economía, Kaiser se sentó a la mesa junto a Caputo; el presidente del Banco Central, Santiago Bausili; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno; el viceministro José Luis Daza; y dos asesores de “Toto” —Martín Vauthier y Federico Furiase—. No fue una reunión aislada: Caputo ya mantiene charlas frecuentes con Laje, a quien Javier Milei considera un pilar en su cruzada cultural.

La apuesta oficial es que la retórica libertaria impregne el discurso económico. Según fuentes cercanas al Gobierno, Milei sueña con proyectar a Caputo como diputado nacional —aunque él se resiste— y considera que necesita “afilado ideológico” para defender la gestión.

Quién financia la maquinaria

Faro opera desde un edificio frente a Plaza de Mayo —ex sede del Banco Francés— y cuenta con estudios de streaming y oficinas bajo el mando de Francisco “Pancho” Caputo, hermano de Santiago. Sus recursos provienen de empresarios argentinos y multinacionales tecnológicas. La familia Neuss, con intereses en energía y la VTV porteña, es uno de sus principales aportantes. También respalda la organización la cámara Endeavor, que reúne a empresarios como Marcos Galperín (Mercado Libre) y Martín Migoya (Globant), y que incluso lanzó programas para startups junto a Faro.

En ese entramado se dictan “masterclasses” con títulos como La macro en la era Milei: el retorno a la libertad (Ramiro Castiñeira) o Diferencia entre filosofías políticas y utopías (Martín Krause, miembro de la Mont Pelerin Society y del Cato Institute).

La réplica chilena

La versión original de Faro se encuentra en Chile y se llama Fundación para el Progreso. Fundada en 2012, está presidida y financiada por Nicolás Ibañez Scott, empresario ferviente admirador de Augusto Pinochet y ex dueño de la cadena de supermercados Líder, luego vendida a Walmart. Ibañez fue protagonista de un escándalo cuando se descubrió una placa conmemorativa de Pinochet en una sucursal de Quilicura.

Kaiser no oculta su simpatía por el dictador chileno y defiende su Constitución como “prioridad máxima” para cualquier líder político o empresarial. Su hermano Johannes, aún más radical, fue proclamado candidato presidencial por el Partido Nacional Libertario y no ha dudado en reivindicar símbolos y discursos de corte nazi en su juventud.

Una ofensiva ideológica para blindar el ajuste

La misión de Laje y Kaiser en el Palacio de Hacienda es clara: convertir la ortodoxia económica en un relato cultural que justifique el sacrificio social. En palabras de sus impulsores, convencer a los argentinos de que “lo que se hace es para que tengan un futuro mejor”. Con respaldo empresarial y vínculos internacionales, Faro se consolida como el brazo ideológico que Milei eligió para que su ajuste sobreviva más allá de la aritmética fiscal.