Con las tasas de interés arriba del 70 por ciento y una economía cada vez más asfixiada, el Gobierno intenta contener la presión cambiaria en la previa de las elecciones bonaerenses. La estrategia de Luis Caputo y Santiago Bausili se basa en subas récord de tasas y fuertes intervenciones en el mercado de futuros del dólar, pero la desconfianza no cede.

El lunes habrá una nueva licitación de deuda “fuera de programa”, luego de que el Tesoro no lograra renovar 6 billones de pesos en la última colocación. La preocupación oficial es que esos pesos se vuelquen al dólar, profundizando la inestabilidad.

Mientras tanto, la economía real acusa el golpe: el costo del financiamiento para empresas se disparó del 34,7% anual a casi 81% en apenas un mes, y las tarjetas de crédito ya superan el 200% anual. Con salarios que crecen al 1 o 2% mensual, el ahogo es evidente.

En la city se da por hecho que si el oficialismo pierde las elecciones bonaerenses por más de tres puntos, el dólar podría escalar hasta el techo de la banda cambiaria —unos $1475—, forzando al Banco Central a intervenir con reservas antes de los comicios nacionales de octubre.

Desde el Gobierno insisten en que una victoria electoral despejaría dudas, traería inversiones y permitiría que el dólar converja al “piso de la banda”. Sin embargo, economistas advierten que si esa “lluvia de dólares” no aparece, el escenario será otro: una nueva corrección cambiaria con alto traslado a precios, el denominado “riesgo peluca”.

En el mediano plazo, la promesa de Vaca Muerta y la minería alimenta expectativas de un dólar más barato. Pero la brecha entre ese horizonte y la urgencia actual es enorme: sin acumulación de reservas ni refinanciamiento de deuda, el país necesitará un tipo de cambio más alto para sostener su superávit comercial.