Un hecho tan insólito como preocupante se registró este viernes en el centro de La Plata, donde integrantes del histórico club de motociclistas Hells Angels, de origen estadounidense, se cruzaron y marcharon junto a militantes de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) durante la movilización por el Día de la Lealtad Peronista.

El encuentro tuvo lugar en Plaza San Martín, donde ambos grupos coincidieron antes de iniciar la tradicional caminata hacia Plaza Moreno. Según consignó Agencia NOVA, los motoqueros no solo se fotografiaron con los obreros, sino que también participaron de la movilización en un clima de aparente camaradería. Las imágenes del insólito momento rápidamente se viralizaron en redes sociales.

Una mezcla explosiva

La combinación de ambos sectores —uno sindical, con antecedentes de violencia interna, y otro motero, conocido mundialmente por su estética rebelde y por sus vínculos con el crimen organizado y el neofascismo— encendió las alarmas en la capital bonaerense.

Los Hells Angels cuentan con una larga historia de enfrentamientos y causas judiciales en distintos países por delitos vinculados al tráfico de drogas, armas y lavado de dinero. En Argentina, su nombre resonó con fuerza en 2016, cuando una pelea con la banda local “Los Tehuelches” terminó a los tiros y dejó varios heridos, entre ellos el conocido “Dani La Muerte”.

Por su parte, la UOCRA platense acumula un historial de denuncias por extorsión, cobros ilegales y disputas internas que derivaron en causas judiciales aún sin resolver.

Un vínculo que preocupa

La coincidencia entre ambos grupos no parece casual. Mientras los Hells Angels llegaron a La Plata para participar de un encuentro internacional del club —similar al realizado en Buenos Aires en 2014—, la presencia conjunta con sectores gremiales locales plantea interrogantes sobre eventuales alianzas informales de poder y control territorial.

Durante su estadía, los motoqueros recorrieron distintos puntos de la ciudad, fueron vistos en bares, restaurantes y plazas, y despertaron curiosidad entre los vecinos por su llamativa indumentaria y motos de gran cilindrada.

Sin embargo, detrás de los chalecos de cuero y las insignias bordadas, se esconde una estructura con códigos de lealtad férreos y redes internacionales, muchas veces asociadas a negocios ilícitos.

En ese contexto, el acercamiento con sectores sindicales como la UOCRA, históricamente señalados por su capacidad de movilización y por la violencia como herramienta de presión, resulta inquietante.
Lo que podría parecer una simple postal urbana de cultura motera se transforma, así, en un síntoma preocupante de la convivencia entre estructuras gremiales poderosas y organizaciones con antecedentes criminales.

La Plata, una vez más, se convierte en el epicentro de un escenario donde la fuerza física, la intimidación y los negocios paralelos parecen entrelazarse con la política y el sindicalismo.