El incumplimiento con el FMI encendió las alarmas en los mercados, y reflotó comparaciones incómodas con el macrismo post-legislativas. Economistas del PRO y del Fondo cuestionan la sostenibilidad del programa libertario, mientras Milei arremete en privado contra Mauricio Macri.

Por estos días, el principal temor que sobrevuela los despachos oficiales no es el dólar blue ni la inflación, sino una palabra que los libertarios no quieren ni escuchar: “remake”. La creciente similitud entre el plan económico de Javier Milei y la experiencia del macrismo entre 2016 y 2018 —con atraso cambiario, uso político de las reservas y riesgo de colapso postelectoral— está provocando una ola de cuestionamientos que incomoda tanto a la Casa Rosada como al círculo íntimo del Presidente.

El detonante fue el incumplimiento reciente de la meta de acumulación de reservas firmada con el FMI. Aunque el organismo concedió una prórroga, ya hizo saber su preocupación: el Gobierno prioriza mantener el tipo de cambio controlado artificialmente, aún a costa de dejar el Banco Central sin dólares. Una estrategia que, advierten economistas del PRO y del propio Fondo, recuerda a la lógica electoralista del macrismo antes de las legislativas de 2017: planchar el dólar, ganar la elección, y asumir las consecuencias después.

La reacción de Milei: furia y distancia

Según trascendió, la comparación con Mauricio Macri enfureció al presidente Milei, quien respondió de forma visceral ante sus colaboradores: “No me comparen con ese cagón, yo tengo los huevos que Macri no tuvo. Esto no es lo mismo”, habría dicho en privado. La frase, confirmada por funcionarios de Hacienda a empresarios preocupados por la sostenibilidad del modelo, refleja también la tensión creciente entre el líder de La Libertad Avanza y su socio político circunstancial.

Pese a las descalificaciones, Macri se encamina hacia un acuerdo electoral con los libertarios en Buenos Aires, a sabiendas de que su margen de maniobra política es cada vez más estrecho. “Se está entregando sin recibir nada a cambio”, admiten incluso algunos referentes del PRO, sorprendidos por la falta de resistencia del exmandatario.

El FMI y el espejo roto del pasado

Desde Washington, las advertencias se hacen oír con mayor claridad. Aunque Kristalina Georgieva sigue respaldando políticamente el programa libertario, sus técnicos cuestionan la falta de acumulación de reservas y el atraso cambiario, que podría derivar en una crisis externa. La pregunta que sobrevuela las oficinas del Fondo es inquietante: ¿hasta cuándo puede sostenerse un plan sin reservas y con un dólar congelado artificialmente?

El ex ministro Alfonso Prat Gay reavivó el debate con declaraciones filosas: “Con reservas negativas, déficit externo y vencimientos en efectivo, no hace falta ser economista para saber cómo termina esto”, lanzó. Recordó, además, que Macri ganó las legislativas de 2017 con un resultado arrollador, pero no logró evitar el colapso económico dos años después.

También el economista Eduardo Levy Yeyati, con pasado en el macrismo, alertó sobre los paralelismos. “Esto se parece mucho a 2016-2017. Al principio se hizo todo ‘bien’, pero duró poco. El problema no es sólo técnico, es político: la pregunta clave es si el programa es sostenible en el tiempo”.

La defensa oficial: “Esto no es lo mismo”

En medio del ruido, el Gobierno activó una estrategia para desmarcarse de las comparaciones con Cambiemos. El ministro de Economía, Luis Caputo, instruyó a sus equipos para que respondan con datos y énfasis técnico. Su mensaje: el actual programa sí hizo el ajuste fiscal que Macri nunca concretó.

José Luis Daza, viceministro de Economía, reconoció que el FMI comparó este momento con el 2017 argentino. Su respuesta fue tajante: “Esto no es una repetición. Lo primero que hizo este gobierno fue cerrar el déficit”.

En la misma línea se expresó Vladimir Werning, actual vicepresidente del BCRA y exfuncionario del macrismo. En una reunión en El Salvador con colegas de la región, sostuvo que las condiciones actuales son distintas: “En 2017, había un déficit de cuenta corriente del 4,7%. Hoy, el mercado proyecta uno menor al 1%. Además, la economía se está expandiendo al 6,5%”, dijo. Para Werning, el programa de Milei es “el más ambicioso de estabilización que haya visto la Argentina”.

Un espejo incómodo

Sin embargo, los mercados no parecen convencidos. La brecha cambiaria se mantiene, los dólares financieros suben y la presión inflacionaria no cede del todo. En paralelo, el impacto del dólar barato en la desigualdad comienza a notarse: mientras sectores con poder adquisitivo aprovechan para viajar o comprar bienes durables, los sectores populares ven recortado su consumo de alimentos básicos. Para muchos, una fotografía que recuerda demasiado al final del macrismo.

Con las legislativas de octubre en el horizonte, los actores del poder —el empresariado, el FMI, el PRO y la oposición— ya se preguntan si Milei podrá sortear lo que para Macri fue un punto de inflexión fatal. Y si, después de la elección, el mismo ajuste que hoy es su bandera no se convierte en su mayor talón de Aquiles.